La isla Gorriti en la bahía de Maldonado

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La isla tiene una superficie aproximada a las 22 hectáreas. Dista unos 2 kilómetros de Punta del Este (formando la “Boca Chica”) y a unos 8 kilómetros de Punta Ballena (formando la “Boca Grande”). El primer avistamiento registrado lo realizó la expedición de Juan Díaz de Solís en 1516; y así lo consigna en el Diario de la expedición: “…siguiendo la costa vieron una saliente de arena con una isla rasa al sur…”.

Escrito por:

Fernando Cairo
Vista aérea isla Gorriti
Fotografía: ©
Fernando Cairo

 

El primer nombre que recibió fue el de “isla de las Palmas”, y como tal aparece registrado por el navegante Diego García en 1526 (la isla se encontraba poblada por palmas yatay). Y con el mismo nombre aparece consignada en la expedición de Sebastián Gaboto en 1527.

En 1531 la expedición portuguesa de los hermanos López de Souza permaneció en la isla ocho días. Durante ese tiempo grabaron en una piedra un escudo con las armas de Portugal. Estuvieron aguardando a uno de los bergantines que se había extraviado, y, pese a la espera, al no llegar le dejaron una carta en una cruz que levantaron comunicándole el rumbo que tomarían para que se les uniera.

En 1594 el Rey Felipe II dio órdenes claras y precisas para que se efectuara un reconocimiento de la costa e isla existentes en la bahía. En la Real Orden aparece la isla por primera vez designada con el nombre “Maldonado”, siendo éste el antecedente más antiguo que se conoce hasta ahora de la utilización de ese nombre, que prevalecerá hasta 1771.

En 1599 la nave holandesa “Mundo de Plata”, al mando del piloto Hendrick Tosen, recaló en la isla y costa de Maldonado, donde se aprovisionó de alimentos y agua dulce. Al igual que la expedición portuguesa, Tosen escribió una carta en flamenco para el capitán del barco de su misma nacionalidad “Mundo de Oro” que se había extraviado en una tormenta, indicándole cual había sido la suerte corrida y el destino de “Mundo de Plata”. El mensaje fue ocultado en una carga de mosquete embadurnada con cera que colgaron en una cruz de madera colocada en la isla.

Recién en 1600, el Gobernador de Buenos Aires Diego Rodríguez Valdés de la Banda, cumplió con las órdenes del monarca Felipe II, y envió a la carabela “Sanvento” al mando del piloto Antonio Fernández Camiña con la misión de reconocer la costa e isla. La expedición, que estaba integrada por veinte mosqueteros y arcabuceros y su jefe Francisco Fernández, realizó un minucioso reconocimiento de la isla, lo que dio lugar a un extenso informe que la describía en sus aspectos geográficos, en su vegetación (encontraron gran cantidad de espinos, palmeras, hierbas comestibles y medicinales), en su variedad y riqueza ictícola, en las fuentes de abastecimiento de agua dulce, leña, puertos naturales, etc. Incluso el informe aconsejaba al Rey fortificar la isla, dada su especial situación estratégica en la entrada del Río de la Plata. Fue en esta ocasión (año 1600) que se levantó el primer plano de la costa, isla y bahía de Maldonado, y donde aparecen consignados los principales accidentes geográficos del territorio (su original se encuentra en el Archivo General de Indias en Sevilla, España). Asimismo, la expedición del “Sanvento” encontró los mensajes dejados por los portugueses primero, y por los holandeses después.

En 1607 arribó a la isla el navío “San Andrés” que venía cargado con 123 negros esclavos de Angola (África), que había tenido que buscar refugio porque un temporal le había roto la vela. Al llegar a la isla, fueron sorprendidos por un navío francés, el que los atacó y apresó.

El 29 de abril de 1673 el capitán Juan Miguel de Arpide, al mando de la nave “San José”, tomó posesión oficial de la isla en nombre del Rey Carlos II. En solemne ceremonia eligió un montículo y colocó tres insignias reales: un Escudo Real, una Cruz y un Rollo con su cadena o argolla. Al día siguiente celebró Misa Fray Diego Ruiz y se procedió a reconocer la isla. Antes de embarcarse hizo plantar carozos de durazno y de melocotón. El capitán Arpide dio cuenta de haber hallado una cruz con un letrero en lengua holandesa que decía: “…aquí está enterrado Enrique de Venterrusqui malogrado en 3 de octubre de 1670…”.

La gobernación de Buenos Aires -con razón- temía que los portugueses tomaran la isla, ya que era considerada un punto estratégico; y pese a los informes que se elevaron al Rey, no se obtuvo respuesta positiva respecto de establecerse en la misma.

En 1755 se dio inicio a la población de Maldonado, en las inmediaciones de la Laguna del Diario, mudándose en 1757 a su emplazamiento actual.

En un oficio del comandante de Maldonado Pedro Carbonel, de fecha 18 de noviembre de 1771, figura por primera vez el nombre de “Gorriti” al referirse a la isla (seguramente recogiendo lo que ya era una costumbre).

La isla cumplió en el pasado la triste misión de prisión. En numerosas ocasiones los comandantes de Maldonado enviaron allí a indios, malhechores, contrabandistas, ladrones de caballos, “gauderios” y desertores de cuerpos de línea. Algunos escapaban y no se sabía más de ellos, otros -en cambio- cumplían su condena. También entre los confinados  en la isla figuraron personajes que revestían cierta importancia social o política en la época; así tenemos al Teniente Domingo Bourgeois, al Alcalde de 1er. Voto del Cabildo de Montevideo Juan Antonio de H

aedo, a Pedro de Medrano, entre otros. El Capitán Francisco Gorriti – de quien proviene el último nombre dado a la isla- estuvo preso en la misma entre 1751 y 1753, por orden del Gobernador de Montevideo José Joaquín de Viana. La razón de su confinamiento fue haberse negado a pagar la cantidad estipulada para sufragar los gastos de guerra que se mantenía contra los indios minuanes. Gorriti fue el último Comandante Militar de Montevideo que desempeño el cargo hasta la designación del primer Gobernador.

En 1761, ante la anulación del Tratado de Madrid por el Rey Carlos III, la zona de Maldonado fue considerada como prioritaria en virtud de su estratégica ubicación geográfica. Desde siempre se supo de las intenciones de Portugal de avanzar hasta el Río de la Plata, ya que lo consideraba su límite natural.

El Gobernador de Buenos Aires Pedro de Cevallos, ante el comienzo de las hostilidades, dio la orden en 1762 de construir en la costa e isla una serie de fortificaciones, cuyos restos aún subsisten. En 1763 una mediana guarnición custodiaba la isla; a su frente estaba el Alférez de Indios Bartolomé García junto con dos oficiales, cuatro sargentos, tres cabos y diecinueve soldados. Se construyeron entonces dos precarias baterías (consistentes en explanadas de madera o piedra sobre las cuales se movían las piezas de artillería). Así lo dejó consignado el naturalista abate Dom Pernetty: “…El 22 de diciembre de 1763, entramos en el río de la Plata y reconocimos la isla de Lobos, a la cual se le ha dado ese nombre, a causa de la abundancia de lobos que hay en ella. Fondeamos cerca de la isla de Maldonado para hacer agua y víveres, bajando a tierra. El comandante del Fuerte acogió muy amablemente a nuestros enviados, proporcionando todo lo que solicitamos. La costa de Maldonado se presenta, en toda su extensión, cubierta de dunas de arena, bajos, y no se ven sino muy lejos, algunas alturas, llamadas montañas de Maldonado, retiradas de la costa a muchas leguas. Escasa es la vegetación que allí puede distinguirse; en cambio, se ven grandes tropas de animales, principalmente vacunos y caballares…”.

En diciembre de 1766, el hasta entonces Comandante de Maldonado Lucas Infante, elevó un informe al nuevo Gobernador de Buenos Aires Francisco de Paula en el que consignaba la existencia de tres Baterías en la isla: a) la llamada Sur Este frente a la Batería de la costa (“de la Aguada”), que contaba con tres cañones montados de a 16, tres cañones montados de a 12 y cuatro pequeños cañones montados sobre cureñas de marina de a 3; b) la llamada Batería de San Juan, que contaba con un cañón montado de a 16, otro montado de a 12, cuatro de a 6 y uno de a 3; y c) la llamada Batería de San Francisco, con cinco cañones de calibre de a 4. La misión de las Baterías era la de servir de base para bombardear al enemigo, evitando que pudiese desembarcar en la isla, y operaban conjuntamente con las tres existentes en tierra firme (fuego cruzado) evitando su permanencia en la bahía o bajase a la costa.

Hacia 1794 las baterías fueron reconstruidas por el Ministro de la Real Hacienda de Maldonado Rafael Pérez del Puerto. Sobre la costa Sudeste de la isla (frente a Punta del Este) se construyó la Batería de San Antonio, que estaba enfrentada a la de la costa -llamada de San Fernando-, operando conjuntamente para impedir el pasaje por la Boca Chica y parte del fondeadero de la bahía. Estaba construida a barbeta con 45 varas de circunferencia con la explanada corrida de piedra y su fábrica de cal y canto.

Al Noroeste de la isla se levantó la Batería de Santa Ana, que contaba con dos frentes formando un ángulo obtuso con sus aletas por los costados. Uno de dichos frentes miraba a la ensenada que existe en la isla y que permite el desembarco (actual playa honda), y el otro frente miraba hacia el mar y parte de la llamada Boca Grande, para impedir que los barcos se acercaran o pretendieran fondear en sus inmediaciones. Según el informe: “…componen ambos lados una línea de 38 varas, sin incluir las aletas que tienen 16 varas, las dos, es también a barbeta con la explanada corrida de piedra, y la fábrica de cal y canto…”. Además existieron otras tres Baterías en la isla (hasta ahora solo se han hallado restos arqueológicos de cuatro de ellas).

En 1789 el Rey Carlos IV dio la orden de formar la Real Compañía Marítima con el objeto de explotar la industria de la ballena y la pesca en todos los mares del dominio de España. En 1792 se instaló una sucursal de la Compañía en Maldonado, más precisamente en la isla Gorriti y en Punta Ballena. Esta circunstancia permitió que el puerto de Maldonado fuese considerado “puerto menor”, con los privilegios del caso. La Real Compañía tuvo en la isla un gran edificio denominado “Casa de la Compañía”, además estaban las pipas de aceite de las ballenas y de los lobos, y los fogones (donde se derretía el producto de la caza en grandes calderas de hierro colado). También había levantado almacenes y barracas utilizadas para hacer la curtiembre de los cueros de los lobos marinos y el almacenaje de los productos obtenidos.

En el año de 1800 naufragó y se hundió en las inmediaciones de la isla el barco de nombre “El Monarca”, a cuyo bajo –desde entonces- se le denominó con ese nombre.

La isla fue ocupada por los ingleses en 1806, cuando se produjo la toma de Maldonado. La isla estaba defendida por una guarnición de unos 100 hombres al mando del Capitán de Infantería Agustín Leyes. Luego de tomada la ciudad de Maldonado (29 de octubre de 1806), el general Home Popham envió a un oficial a la isla para obtener su rendición e izar la bandera británica. La proposición fue rechazada por el Capitán Leyes, quien le contestó al jefe inglés: “…no teniendo motivos para entregarme a discreción por no carecer de nada, sería poco honor para las armas españolas…”, exigiéndole determinadas condiciones para capitular. Rechazada la propuesta de capitulación, sin víveres ni embarcaciones, la guarnición española de la isla debió rendirse a los tres días. Los ingleses entonces asaltaron la isla, saquearon el cuartel, inutilizaron la artillería y tomaron prisioneros a los españoles, a quienes confinaron en la isla de Lobos, la que se encontraba desierta.

En 1809 naufragó al norte de la isla el navío inglés “Agamemnon”, que entre 1793 y 1796 fue comandado el célebre almirante Horatio Nelson. El “Agamemnon” era un barco de guerra destinado al combate en línea, contaba con 64 cañones y una tripulación de 500 hombres. Dicho navío participó en la batalla de Trafalgar en 1805.

En 1817, cuando la ocupación portuguesa, fueron nuevamente restauradas las baterías; fue entonces que habitó en la isla un regimiento compuesto por un sargento, dos cabos, un corneta, dos artífices y veintidós soldados. Al año siguiente funcionó un hospital denominado “de la Misericordia”, bajo la dirección del cirujano español José Benito Pereyra.

En 1825 el Cnel. Leonardo Olivera le comunicaba a Lavalleja que la isla Gorriti había sido ocupada por las fuerzas imperiales, pero fue desalojada. En noviembre de 1826 la isla fue nuevamente atacada por el lado noroeste por el bergantín brasileño “Río de la Plata” al mando del Teniente 1o. José Lamego y ocupada nuevamente por el enemigo. La isla fue evacuada en 1828 y entregada al Comandante Militar de Maldonado.

En 1833 el Comandante del barco de guerra “Beagle” de Su Majestad Británica solicitó autorización al Jefe Político de Maldonado para desembarcar en la isla Gorriti y poder refaccionar unas roturas de su barco auxiliar “Unicorn”. En el “Beagle” viajaba el naturalista inglés Charles Darwin (quien permaneció en Maldonado desde el 29 de abril al 7 de julio de 1833).

En 1843 la isla fue vendida a los hermanos Samuel Fischer Lafone y Alejandro Ross Lafone, aunque años más tarde el propio Estado la recuperó mediante una transacción con los sucesores de los Lafone.

Durante la Guerra Grande, en 1846, un barco de guerra francés desembarcó con una fuerza de infantería y de artillería del Gobierno y ordenó el traslado compulsivo de algunas familias fernandinas a la isla Gorriti. Precisamente, fue en esa época (11 de agosto de 1846) que nació en la isla Pedro Podestá, hijo de  Pedro Podestá (italiano) y Eusebia Carracido (oriental).  Pedro

Podestá Carracido se desempeñaría entre 1873 y 1906 como Párroco de Maldonado. Él fue el responsable de la conclusión del magnífico edificio de la iglesia de Maldonado (actualmente catedral).

La isla Gorriti sirvió de lugar de enterramiento a los tripulantes fallecidos durante las travesías de los barcos que surcaban el Río de la Plata.

Así, durante  el siglo XIX, existió un verdadero cementerio rodeado de una pared de piedras sueltas que era conocido como “Cementerio de los Ingleses”. La lápida más antigua encontrada data de 1826 y correspondía a un marino inglés, tripulante de la nave de guerra “Doris”, fallecido ese año. Entre 1874 y 1875 se inhumó en Gorriti al sastre Carlos Mills, residente en Maldonado, que, al no ser de religión católica, las autoridades religiosas no permitieron que fuera enterrado en el cementerio local. El último enterramiento efectuado en la isla fue el del marino irlandés Patrick Noonan, fallecido de un ataque al corazón el 28 de febrero de 1892, ya que ese mismo año se ordenó el traslado de las tumbas existentes en Gorriti al cementerio de Maldonado.

En 1869 se efectuó en la isla una corrida de toros, habiendo oficiado de toreros los tripulantes de dos fragatas españolas ancladas en la bahía. Gran cantidad de fernandinos (así se denominan a los vecinos de Maldonado) asistieron a presenciar tan singular espectáculo.

En 1875 estuvieron en la isla los políticos desterrados de Montevideo, en la barca “Puig”, antes de zarpar para La Habana.

En 1885, como consecuencia de una epidemia de cólera en Europa, se hizo construir provisoriamente en la isla un hospital para cuarentenarios de ultramar. Más de dos mil personas estuvieron internadas en la isla hasta el levantamiento de la cuarentena una vez terminada la epidemia.

A fines del siglo XIX la isla fue utilizada por las tripulaciones de los barcos de guerra extranjeros para realizar práctica de tiro; ya sea tomándola como blanco o descendiendo a la misma para realizar ejercicios de fuego y artillería (dicha práctica fue prohibida por el Gobierno Nacional en las primeras décadas del siglo XX).

En 1909 el Presidente de la República Dr. Claudio Williman, en oportunidad de una visita que efectuó a Punta del Este, visitó la isla Gorriti, donde realizó práctica de tiro.

Las plantaciones de pinos y tamarices en la isla se comenzaron en 1909, cuando Agustín Dó plantó 1.500 árboles, y luego, en 1914 y 1915, plantó 4.000 pinos y 1.500 estacas de tamariz. Se hicieron nuevas plantaciones en 1922. En 1928 el Ingeniero Agrónomo Rómulo Rubbo, Jefe del Servicio de Repoblación Forestal de Islas y Costas del Estado, dependiente de la Dirección de Agronomía de dicho ministerio, plantó en la isla Gorriti sesenta mil plantas, entre ellas: pino marítimo (50.000), transparentes (myosporum tenuifolim, 5.000) y acacia trinervis (5.000).  El Ing. Agr. Rubbo proyectó en 1929 el plano paisajístico del parque existente en la isla Gorriti, con amplias sendas y paseos, que aún parcialmente existen: “…también se ha trazado el plano del jardín que ornamentará las adyacencias de la casa. El fin que se persigue es hacer de la Isla Gorriti un hermoso Parque Forestal, donde el turista tenga un lugar de atracción y el Estado una fuente de recursos…”.

La isla Gorriti, ubicada al suroeste de la bahía de Maldonado, constituye un accidente geográfico y un referente paisajístico insoslayable de la comarca. Su significación en los hechos históricos contribuyó a incorporar importantes elementos en la historiografía local. En la actualidad constituye una zona de playa y un parque público de libre acceso para locatarios y turistas que, en gran

número, visitan la isla todo el año.

Entre los años 2016 y 2019 se realizó la puesta en valor de las construcciones coloniales existentes en la isla para evitar su pérdida definitiva.

Asimismo, se realizaron tareas de reforestación, mantenimiento, limpieza, recuperación y adecuación de la flora existente en la isla, permitiendo recuperar y mejorar su condición de parque público. También se mejoraron las sendas existentes, y la infraestructura de servicio (paradores y servicios higiénicos).

La isla Gorriti constituye un importantísimo y atractivo sitio de interés histórico y turístico para la región y el Río de la Plata, debiéndose potenciar para su aprovechamiento cultural y recreativo.

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Categorías: Personajes y Lugares
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