La iglesia -catedral desde 1966- comenzó a construirse en 1801, cuando la Junta de la Real Hacienda de Buenos Aires envió los primeros $ 6.000.- con los cuales Rafael Pérez del Puerto dio inició a la construcción.
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La iglesia -catedral desde 1966- comenzó a construirse en 1801, cuando la Junta de la Real Hacienda de Buenos Aires envió los primeros $ 6.000.- con los cuales Rafael Pérez del Puerto dio inició a la construcción.
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Precisamente, el ministro de la Real Hacienda de Maldonado había iniciado en 1796 el expediente de construcción de la iglesia matriz de la ciudad, solicitando el auxilio económico del rey.
El presupuesto ascendía a $ 20.000. El edificio planificado se construiría en piedra, ladrillo y cal, siendo las bóvedas revocadas. Al solicitar el dinero a la Real Hacienda, Rafael Pérez del Puerto
argumentó que el rey nunca había costeado la construcción de las distintas iglesias provisionales que habían existido en la población, por lo que, según lo que establecían las Leyes de Indias, correspondía que la Corona lo hiciese a su costo. Además, el ministro esgrimía dos razones de peso: la población había aumentado notoriamente con la incorporación de cincuenta y dos familias venidas de España para poblar la Patagonia (proyecto que había fracasado). También argumentaba que la capilla provisional existente -que consistía en un rancho de adobe y paja- estaba «…visiblemente arruinada, era reducida e indecente«.
Además del dinero enviado por la Real Hacienda, se estableció un impuesto, denominado «cuartillo«, sobre los cueros vacunos que se vendían en la jurisdicción de Maldonado, y cuyo producido, según había dispuesto el cabildo, debía repartirse por mitades entre los curatos de San Carlos y Maldonado para la construcción de sus respectivas iglesias.
En 1800, Rafael Pérez del Puerto, con autorización del virrey, comisionó a Juan de Mármol para traer varios negros de los dominios de Portugal para emplearlos en la obra de la iglesia.
Aún se ignora quien fue el autor de los planos de la iglesia. Según ha afirmado el historiador jesuita padre Guillermo Furlong, el proyecto de la iglesia de Maldonado pertenece al ingeniero José Custodio de Saa y Faría, portugués al servicio de España (fue gobernador lusitano de la isla de Santa Catalina).
En 1803 la obra se encontraba bastante adelantada: el templo contaba con cincuenta varas de largo por diez varas de ancho, con sus capillas, pilastras, torres, sacristía y otras dependencias. Los cimientos, hechos de piedra y cal, tenían tres varas de profundidad y dos y media de ancho. Las paredes llegaban a cuatro varas de altura, construidas de ladrillo y cal. Ese mismo año la Junta Superior de Real Hacienda libró $ 2.000 más para el avance de la obra.
La construcción de la nueva iglesia comenzó en 1801, como se dijo, y las tareas se desarrollaron a buen ritmo hasta 1806. Cuando se produjo el ataque y ocupación de la ciudad por parte de los ingleses en ese año, ya se habían levantado las paredes, e incluso se había cerrado una de las bóvedas y las otras dos se hallaban con los arranques necesarios para terminarlas. Al producirse la invasión inglesa la obra se paralizó totalmente, habiéndose llevado los ocupantes toda la tablazón, andamios, herramientas, útiles de obraje y también «más de trescientas fanegas de cal». Se inició entonces una larga serie de dificultades y tropiezos que determinaron la paralización de los trabajos durante varios años.
Durante la Guerra Grande (1843 a 1851) se destinó la iglesia inconclusa a cuartel de caballería, emplazándose varios cañones sobre el techo del Atrio.
En 1854 el gobierno dispuso que, parte de lo recaudado por la explotación de los lobos marinos, fuera destinado a la construcción de la iglesia.
En 1883 fueron retomados los trabajos con cierta regularidad, bajo el impulso del párroco padre Pedro Podestá. La iglesia es de estilo neoclásico y, a pesar del tiempo trascurrido, el proyecto original no sufrió modificaciones.
Al decir de Pérez del Puerto: «…Para el efecto con concepto a la disposición del Pueblo, sus circunstancias locales, y futuras, y a la de no gravar a la Real Hacienda con gastos crecidos, he dispuesto el proyecto de una Iglesia que a mi ver una las indicadas cualidades edificándose con sencillez, capacidad, hermosura y firmeza, sin el mayor dispendio ni tiempo…»
Finalmente, el 27 de octubre de 1895, en emotiva ceremonia, junto a autoridades, clero y pueblo se procedió a la consagración del templo por parte del obispo Dr. Mariano Soler.
Desde entonces, cumpliéndose con la visión del ministro Pérez del Puerto, la Iglesia de Maldonado ha constituido un referente de la ciudad.