Los propósitos enunciados por las autoridades municipales de la época fueron: “con la finalidad permanente de promover la cultura en el Departamento (se acordó) realizar un evento de nivel internacional que se constituya en tradición para la zona como aporte cultural y como atractivo turístico en la temporada de verano. (Asimismo) brindar la posibilidad a la población permanente y visitantes, y en particular a los artistas nacionales, de alternar con las figuras de mayor renombre de Iberoamérica, en este caso de la rama de la escultura, así como también conocer técnicas y formas de trabajo modernas. En el caso de este 1er. Encuentro se suman a estos propósitos generales otros específicos derivados de sus características y localización: contribuir al desarrollo urbanístico de la zona y consolidar su identidad con el embellecimiento de un espacio público de importancia relevante para Punta del Este. (Y también) contribuir a la concreción de una antigua idea de destinar al espacio de Playa Brava -acceso este de la península- al homenaje de las hermanas naciones de América…”
Efectivamente, concomitantemente con la clausura del encuentro, ese día del año 1982, quedó inaugurado un magnífico parque de esculturas en la entrada misma de la península de Punta del Este, jerarquizando el espacio público existente en los accesos a la ciudad. La idea, iniciativa y concreción del proyecto del parque fue de la Intendencia de Maldonado, entonces encabezada por el intendente interventor coronel Fernán Amado, quien designó una comisión organizadora integrada por el crítico Ángel Kalenberg (Director del Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales), el Arq. Mario Lombardi (secretario de Planeamiento de la Intendencia), el Prof. Jaime Alonsopérez (Director de Cultura de la Intendencia), el Arq. Carmelo Macadar (Director de Obras de la Intendencia), y el Prof. Carlos Tonelli (artista plástico) en su carácter de coordinador general.
El lugar seleccionado para implantar las esculturas fue un amplio espacio público de 150 por 50 metros, ubicado frente a la Playa Brava y a escasos metros de la calle 24 y de la avenida Gorlero. Para el acondicionamiento del espacio se contó con el asesoramiento del arquitecto paisajista Leandro Silva Delgado y del Ing. Eladio Dieste, ambos de reconocida solvencia y fama internacional.
Fueron convocados por el maestro Kalenberg (por entonces de 45 años) los siguientes artistas: Gyula Kosica (Argentina), Francisco Matto (Uruguay), Mario Irarrazábal (Chile), Enio Iommi (Argentina), Hermann Guggiari (Paraguay), Nelson Ramos (Uruguay), Waltercio Caldas (Brasil) Edgard Negret (Colombia), y Jacques Bedel (Argentina). Todos ellos de reconocida y probada trayectoria en el campo artístico.
La singularidad del Encuentro fue que se realizó entre el 15 y el 28 de febrero de ese año (1982), con los artistas trabajando en simultáneo, al aire libre y a la vista del público. La prensa de la época comentaba: “…los nueve talleres que bullen ante la costa son la colmena formada por los escultores -órdenes, vaivenes, reglas, escalas, “maquettas” a mano- los obreros que transportan los elementos necesarios y aportan un entusiasmo conmovedor. Se trabaja día y noche. El público se detiene, pregunta, curiosea. Los artistas explican, comentan. Esto es verdadera participación. El espacio público está convertido en el ámbito de una privacidad fervorosa, de una comunicación plena de deslumbrante intimidad…” (Convicción, Buenos Aires, 28/2/1982).
A los artistas y ayudantes se los alojó en el Playa Hotel (donde también se les dio de comer), ubicado enfrente al lugar de trabajo. A cada uno de ellos se le abonó U$S 3.000 por su trabajo artístico.
Gyula Kosice (entonces de 57 años) concibió una obra que denominó: “Escultura Hidrocinética”. Tiene una estructura en semicurva, de cinco metros veinte de altura, atravesada algo más del centro por dos semiesferas acopladas en un barral de acero. De los costados –en sentido horizontal- aparecen las salidas de agua que caen en una fuente. Las luces completan la obra. La fuente luminosa se emplazó justo en la línea visual que une la prolongación de la avenida Gorlero con la actual avenida Francia. El escultor argentino Kosice, asiduo visitante al balneario, expresó respecto de su obra: “… Me interesó en esta obra crear una presencia del agua frente al agua. Busco la poesía del agua. El agua no es lo que es, sino lo que piensa ser y eso puede estar referido a mí. La proyección va más allá y está más acá del ser humano y siempre hay una relación societaria en cuanto al contemplador. Sé que se van a reflejar a través del paso de un coche, o de bañistas que están de paso. Eso es lo que intento…”.
El uruguayo Francisco Matto (de 70 años), integrante del Taller de Torres García, quien le “enseñó el camino para descubrir el arte universal”, describe la forma elemental que ha realizado en cemento armado: “sólo una forma”. Su obra pesa casi cuatro toneladas y tiene más de un metro de alto. “…Pura, esquemática, esta forma directa asume un diálogo de contrapunto con el mar…”.
El chileno Mario Irarrazábal (entonces de 42 años) afirma “…la mitad de la escultura y la plataforma están bajo la arena…” y su trabajo escultórico –el más figurativo- consiste en una gran mano que emerge de la arena. Expresó: “…pensé que ese lugar tenía que transformarse en algo mágico; en las ciudades se está destruyendo la vida humana y la posibilidad de encontrar lugares mágicos…”.
El rosarino Enio Iommi (de 56 años) erigió una estructura de cuatro metros y medio de altura –barras de cemento vinculadas con alambre de cobre en sus extremos-, denominada “Elevación Espacial”. Iommi respecto de su obra expresó: “…En 1977, cuando presenté en la galería Del Retiro la exposición “Adiós a una época”, la obra que dejo acá es lo que sigue a aquel adiós. Tiene la problemática de los dos tiempos que busco: el que corresponde a un sentido de pureza y el que simboliza el drama. El primero está, por eso, clavado en la tierra; el segundo, representa el anhelo del hombre que quiere liberarse expresado en el lenguaje de un alambre encaminado hacia arriba…”.
El arquitecto argentino Jacques Bedel (el más joven, de 35 años) creó un símbolo poderoso, fuerte y simple, que apunta al futuro lejano de una visión prospectiva y hunde sus raíces en el pasado. Le importa ser un creador latinoamericano. Afirmó: “Pienso que debemos concebir las formas en función de la ubicación geográfica de manera de formular nuestro legítimo cosmos, cuyo norte es el Sur”. Se trata de una aguja central –no es un obelisco como muchos afirman- sino una lanza, elemento que se liga a nuestro pasado histórico, presenta cortes en la superficie que contribuyen a cargarla de ambigüedad semántica. Se contempla el monumento por su cara oeste resulta una construcción perfectamente cartesiana, que responde a un ordenamiento matemático. Ofrece perfiles rigurosos y precisos como los de una máquina. En el lado opuesto afloran las rasgaduras, las heridas, que asemejan cráteres por los que asoma una materia negra, viscosa y brillante a la vez, la que sugiere un magma primordial, biológico. La lanza –sui generis- oscila así entre la apariencia de un organismo viviente y un artefacto prefabricado. La escultura mide 7,777 de altura y 7 por 7 metros de base, tiene medidas áureas.
El paraguayo Hermann Guggiari (57 años) concibió una obra de hierro y acero inoxidable. tiene una altura de 5 metros por 2,50 de ancho. Representa un pájaro caído, con las alas perforadas, Guggiari aspira al equilibrio de los pájaros que se mecen a orillas del mar, que no pueden volar porque están impregnados de petróleo. El autor expresó: “…Es una forma de protesta. La protesta de la naturaleza destruida por el hombre. Yo trabajo materiales puros, en una línea impresionista. El hombre está aplastado por la tecnología, olvidando su propia naturaleza. No estoy en contra del progreso, siempre y cuando no destruya a los seres. (…) Hace diez años que estoy en el tema ecológico y siempre había querido hacer algo al lado del mar”.
Waltercio Caldas Junior, brasileño, plantea una escultura de una pieza de 4 metros de alto por 6 metros de largo, construida en hierro fundido, con soldaduras y está pintada de negro mate. Según Caldas trata del problema del no lugar. Afirmó: “…Mi trabajo no es sólo escultura sino también método: el espacio del arte. Al hacer la escultura estoy ocupando un espacio. Esa es la cuestión: la obra tiene que estar en un límite de la propia existencia. Por eso trabajo en hierro que al mismo tiempo, dibuja y limita el espacio. La obra de arte es una forma ciega, fatal: una realidad arbitraria. Siempre interesante pero contradictoria…”.
El colombiano Edgard Negret, de 62 años, -el más famoso de los escultores que se dieron cita en el Encuentro- instaló una obra suya que consistió en una estructura de metal fijada con tornillos. Se trata de una pieza de línea despojada realizada en aluminio con base de concreto. “…Yo creo que la forma más usual con la que el hombre se comunica es a través de la máquina. He llegado a utilizar elementos muy industriales. Después me interesó la naturaleza. Me atrae mucho este tema, en el cual vengo trabajando en los últimos años. De allí el nombre de “Metamorfosis” que lleva mi escultura.”
La escultura de Nelson Ramos (uruguayo, 49 años) consistió en una caja de madera de 2,36 metros por 2,36 metros, de una profundidad de 0,70 metros. Estaba empotrada en la tierra, cubierta por un vidrio. En su interior: existían varillas de madera redondas de una pulgada, pintadas y colocadas en horizontal. Una entrada, pasillo o túnel descendente, conducía a la caja. “La propuesta con el túnel incluido, llama al espectador a la contemplación de la obra. Mi obra fue siempre intimista: es lo más grande que he hecho. Me opongo a la concepción monumental de la obra. Aquí he resuelto esa intimidad con la estructura. Me hubiera gustado que el espectador pudiera tocar la obra, palmarla, jugar con ella.”. Lamentablemente esta obra, debido a la fragilidad de los materiales usados se deterioró hasta su desaparición.
El parque de esculturas fue remozado y recuperado por la Intendencia de Maldonado en los años 2018 y 2019, luego de décadas de paulatina decadencia y abandono.
El espacio dedicado a la escultura moderna latinoamericana en 1982 constituyó un importantísimo aporte a la cultura nacional. Debe tenerse en cuenta que dicha corriente artística es un fenómeno que recién surge en nuestras latitudes en la segunda mitad del siglo XX. Y, precisamente en el Río de la Plata se acusa una leve aceleración determinada por la acción fecundante de Joaquín Torres García, en cuyas fuentes bebió el movimiento argentino “Arte Concreto-Invención” del que son fundadores los argentinos Kosice e Iommi en 1948.
El aporte del crítico de arte Ángel Kalenberg desde el Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales fue determinante y fundamental. El diario El País, de fecha 6 de febrero de 1982, consignaba: “…Kalenberg confiesa haber quedado sorprendido por el entusiasmo y la efectividad con que el Intendente y su equipo emprendieron un acontecimiento cultural realmente complejo y plagado de dificultades, con innumerables problemas de estructura en el suministro de materiales, de herramientas, de armado en general. No es fácil hacer un encuentro de este tipo y de esta proyección internacional. El haberlo logrado, significa, sin duda, uno de los aportes más importantes a la cultura nacional…”.
Ha sido declarado Bien de Interés Departamental y Monumento Histórico Nacional.